lunes, noviembre 02, 2009

25 de octubre de 2009 ... una hora más tarde

La sala del Secondary Inspection es bastante normal. Una sala de las del tipo que se utilizan para reuniones de empresas para darle platicas de motivación a los empleados, pero en choncho. Justo cuando la francesa que iba a las Vegas me demostró que su pronunciación del inglés era igual a la mía del francés, se dio el cambio de turno de los polis gringos, que cabe mencionar que ninguno era rubio, vamos, ni siquiera de piel blanca. El amarillo era el tono más cercano. Los únicos que seguían por ahí eran nuestro amigo Pat Morita, que seguía metiendo gente a la sala, la Señorita Cometa de la tercera edad, una tailandesa que medía un poquito menos que yo cuando estaba en tercero de primaria pero que tenía un carácter que denotaba su amplia experiencia en la academia de Policía. Y que de ahora en adelante la llamaré, la Señora Cometa, por respeto más que nada. Y el tercero en hacer doble turno era el sobrino de Mike Tyson, un negro joven con cara de no tener ni puta idea de cómo funciona una base de datos. El pobre Tyson no movía los ojos del monitor, y cada que algún otro poli se le acercaba le explicaba su miserable vida, lo mal que llevaba esto de buscar información de los “aliens” destinados al SECOND INSPECTION y algún detalle de la vida cotidiana. Eso si, el buen Tyson no tenía la culpa de nada, siempre era un pedo del Windows, aunque después me percaté que usan Linux. Vaya rollotes les pegaba, por eso no le duraba un compañero a lado ni 2 minutos. “Me tienen aquí por una infracción de tráfico que no pagué hace 20 años” nos dijo a la Francesa y a mi el señor Dundee, un australiano que tenía cara de haberse tomado media botella de Vodka con jugo de naranja en el avión desde Melbourne. Me acordé de Mad Max, no se porqué. Llegó entonces el relevo azul. Un montón de polis obesos todos con sus “Lunches” que les había preparado su mujer en casa para que no se murieran de hambre, pero eso si, ninguno era rubio ni de piel blanca. Uno a uno fueron cogiendo del mostrador un bonche de pasaportes para revisarlos, pasaportes de colores que correspondían a mis compañeros del SECOND INSPECTION y yo. No me dí cuenta de cual de los polis había agarrado mi pasaporte verde. Empecé a practicar mi discurso de presentación en chino, coreano, japonés, español, polaco y en árabe, para que llegando la hora de mi declaración o entrevista o lo que fueran a hacerme pudiera yo demostrar lo bien integrado que estoy en esto de la globalización.
Achmed, su esposa y su hijo estaban en la esquina, llegaron justo con el último poli del nuevo relevo, los traía en marcación personal y conté 5 veces en las que el poli, que era claramente de rasgos sinaloenses, les pedía fotos de cada uno, del niño, de la madre y del pobre Achmed. Y ahí estaba el pobre sacando fotos todo el tiempo. Todo el álbum de sus imágenes de perfil del feisbu pero impresas a baja resolución. Achmedsito sonreía cada que a su mamá le pedían una foto de ella, que ni traía velo la señora y además era guapísima. Pinche poli sinaloense gandaya, pensé, lo que quiere es llevarse las fotos de la mamá de Achmedsito. Lo más curioso es que todas las fotos eran de fotomatón, osea de cabinita de tomar fotos, tipo credencial, eso si, de todos colores y con varios peinados. Yo veía de reojo porque estaban a lado de mi, con poca atención porque Dundee empezó a contarme la carrera política de Peter Garret, vocalista de Midnigth Oil y que ahora es el ministro de medio ambiente, cultura heredada y artes de Australia. Osea que se puso el traje el pelón aquel de las camas ardientes. Josefina estaba por allá en la esquina, sentadita en su silla de ruedas, con una edecán negra que pesaba lo mismo que Josefina con todo y silla de ruedas. Quietecita y sonriente estaba Josefina por ahí. Nada que ver con la cara de la edecán que era la fiel imagen de la negrita aquella que anunciaba hot cakes en los 80. “Naciste usted el 25 de octubre de 1929?” le preguntó a Josefina un poli con cara de bonachón, y ella sin dejar de sonreír asintió con la cabeza. “Congratuleishons” . Cuahutemoc Blanco se levantó de su silla y empezó a entonarle efusivamente las mañanitas a Josefina. Ernst, un polaco que llevaba un sombrero de copa amarillo con una flor marchita, un saco morado, pantalones de colores, unos zapatotes rojos con verde y una nariz roja acompañó con las palmas al Cuahu. Dundee aprovechó el momento para sacar sigilosamente su anforita y brindar por la grata ocasión. Pat Morita, la Señora Cometa, el sinaloense, el nieto chicano del Huracán Ramírez, y el Jean Claude Van Dam salvadoreño (que le tupe durísimo a los frijoles) se le dejaron ir al Cuahu y a Ernst en un despliegue al más puro estilo SWAT hollywoodense que terminó en una sencilla manita de puerco de los festejadores. Josefina seguía sonriendo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante el tema y muy bien aprovechada tu estancia en las oficinas de la migra.