Manifiesto Pajista

Cuando el pasado no es claro, el futuro es incierto y el presente es obscuro. A donde uno voltee no ve nada. En la nada sólo se siente a sí mismo. Y de ahí para adentro, tan adentro que se alcanzan a ver de uno por uno todos nuestros sueños y todas las pesadillas. Las caras , los gestos, los abrazos, los roces, los besos de los otros en nosotros, dentro. El sabor del primer café, la molestia del primer cigarro, el sacón de onda del primer beso, la derrota al miedo de la primera vez que se hace el amor. Pero en la nada, dentro sólo se hace el amor con uno mismo. Entonces el hedonismo es el peor enemigo, porque todo tu te vuelcas contra ti mismo, y los sueños duelen y los besos molestan, matan por su ausencia; por la secuencia de fracasos al tratar de recordarlos. Cuando el pasado no es claro, el presente es obscuro y el futuro no existe. No existimos.

Quien se conceda a sí mismo el don del silencio se da la oportunidad de buscarse. Buscarse obsesionadamente hasta encontrarse. El silencio se rompe a gritos, gritos inmensos, intensos, tras haberse encontrado. No hay alternativa, no se puede seguir viviendo si no se ha gritado aún.

Hay que lamer cada poro del cuerpo para saber a que sabemos. Porque el sudor es la sabia que emana del conocimiento. Si no sudas, no sabes. Se suda de angustia, se saben las soluciones, se suda de haber besado y de haber hecho el amor, se sabe el amor.

No siempre...
No nunca...
Nadie entra sin haber salido primero.
Nadie encuentra sin haber perdido primero.
Cada segundo está gastado.
Me desintegro todo el tiempo para volver a construirme.
No existo más allá de este momento.
Ni para atrás ni para adelante.
No hay arriba ni abajo.
Y si sin futuro no se existe,
entonces prefiero desaparecer para dar luz a la incertidumbre.
La vida es sólo una gama inmensa de silencios y sonidos.
Me pongo de pié y perdono al amor en silencio.
No hay necesidades, solo placeres.
No hay segunda oportunidad para deshacerse del presente.

La muerte no es un fin, es un objetivo