sábado, agosto 12, 2006

Lo que le debo a la IBERO

En 1979, a los 6 años, ingresé al Instituto Lux. Casi toda mi familia había estudiado en tan prestigiosa institución. Esto quizá debido a que mi abuelo la fundó. Y ahí recibí los primeros retazos de lo que sería mi formación académica. Hasta cuarto de primaria, momento decisivo dentro del complejo sistema educativo mexicano. Español(que debería llamarse castellano): enunciados complejos con sujeto, predicado; sustantivos, verbos, adverbios. Y que decir de las matemáticas: sumar, restar, multiplicar y dividir fracciones (cuestiones que a los catalanes se les facilita desde el momento que aprenden a decir la hora); y ciencias sociales: LA CONQUISTA DE MÉXICO, de cómo un grupo de salvajes europeos bautizados vinieron a partirle la madre a una civilización mucho más adelantada a ellos en muchos aspectos pero que había que evangelizar para que dejaran de hacer "sacrificios" a los dioses(pero con otras palabras claro). De las ciencias naturales ni me acuerdo porque me imagino que veíamos lo mismo que todos los años: criptógamas, fanerógamas y monógamas. Pues resulta que ese año, llegados los exámenes semestrales, en toda la primaria únicamente hubo un 10 "limpio" en español. Gracias. Mi papá hasta me prometió comprarme una moto que vine a tener 20 años después. Mi padre siempre ha sido un hombre de palabra, aunque no se sepa el significado de la misma. Pero yo no le caía bien a la maestra porque era "muy distraído", y me imagino que ha de dar mucho coraje cuando un alumno distraído saca un 10 "limpio" sin haber puesto atención. El sentimiento de inutilidad ha de haber provocado en la maestra una seria crisis vocacional. Y por eso me corrieron de la escuela. Me refugié en los lasallistas por un año, pero como ese tema no nos atiende ahora, ni el de la violencia física en las escuelas, procedo a seguir contando mi experiencia con la educación jesuita. Regresé al Lux para recursar 5 de primaria. Que fácil y que bonito era todo entonces, yo no era sino un alumno miedoso y sometido como todos los demás. De la misma manera y con ligeros contratiempos (huelgas en el patio, manifestaciones en el auditorio, pelea campal con la maestra de inglés(ella era en sí mismo todo un batallón de granaderos que siempre gritaba en castellano) y alguno que otro percance con las autoridades "competentes"; sobreviví hasta casi finalizar. Yo quería ser arquitecto, o diseñador, pero justo antes de la universidad, en 6º de prepa, una maestra se encargó de retirar de mi mente todo deseo y/o vocación por trazar algo que no fuera la sangría de los cuadernos de cuadrícula y de raya. Finalmente, influenciado por uno de los mejores y más capaces profesores(el de matemáticas)que he tenido enfrente, decidí estudiar Ingeniería Industrial. Gran error. A esa edad uno descubre lo que es una borrachera de verdad en la bienvenida de la universidad, los goces de la pasión carnal y las infinitas posibilidades que te puede dar un coche con estéreo aprovechado para recorrer grandes distancias. Claudiqué. Para ese entonces ya se habían despertado en mí inquietudes "artísticas", o por lo menos eso es lo que yo creía. Y pues, de los males el menor: entré a estudiar comunicación. Cinco arduos años de intentar hacer algo que valiera la pena sin lograrlo de manera totalmente satisfactoria. Y lo peor de todo: las clases de "integración", el servicio social y las asesorías de tesis. Resulta que para ese entonces y durante casi cuatro años estuve trabajando en una empresa de comunicación, una televisora. Así que todo el mundo se pensaba que yo sabía mucho de video y yo me lo creí también. Cada que había un congreso de algo ahí iba yo a grabar con la cámara de la escuela. La cámara me conocía más a mi que cualquier alumno al nuevo rector. Podía editar un congreso entero en 2 días con las máquinas analógicas con el método lineal, porque como todavía no había computadoras potentes no había otra manera. Llegado el momento de decidir sobre la actividad a ejercer para obtener el servicio social era obvio que haría videos. Así que había una propuesta de hacer 4 proyectos que tenían por ahí. Grabé el primero(una serie de conferencias) en 4 días que duraba el congreso(cabe decir que era bastante interesante) y lo entregué una semana después. Me dijeron que tenía que entregar un reporte y lo hice. Realicé otros dos videos y entregué el reporte. Llevaba la mitad de el último cuando me enteré de que en los reportes sólo había 60 horas de trabajo. Tres videos y medio en 60 horas. El total que había que hacer eran 480 o algo así, contando las 20 que teníamos que ir a unas "platicas" donde lo que menos puedes hacer es platicar. El 12.5% de las horas pero más del 80% del trabajo hecho. Pues "no vale". ¿Qué? . Es que te faltan 420 horas. ¿Y ahora que hago?. Para ese entonces yo ya había cambiado de aires, dejé el video a un lado y me empecé a especializar en multimedia. Así que conseguí un par de proyectos fáciles y que no iban a redituar económicamente porque eran de unas organizaciones gubernamentales y los enfoqué a mi "servicio social". Al final creo que tenía más de 700 horas, de las cuales nunca me dijeron absolutamente nada de las 220 horas sobrantes. Gracias de nuevo. Y luego la tesis. Desde pequeño soñé con hacer una tesis de esas que se publican y que puedes encontrar como uno de esos libros importantísimos que encuentras en cualquier samborn´s o librerías de características similares. Así que me dediqué a la ardua tarea de buscar un tema que me fascinara. Al final tenía dos que se compaginaban perfectamente bien: "El Discurso de la Música en el Cine". Me quedó bien bonito el proyecto, imagínense un análisis del trabajo que hicieron juntos Nino Rota y Fellini, o a Bernard Herrman y Hitchcock. Realmente algo bonito y con contenido. Faltando 15 días para la presentación de proyectos, la "asesora" me informó que dadas las características de lo que yo quería presentar habría un problema: un ex alumno que nunca egresó y que no terminó su tesis, había presentado en su momento un proyecto similar pero sobre películas de Spielberg. Es verdad. Influenciada por el espíritu de la academia de cine gringa se negó rotundamente a que yo presentara mi proyecto con las diferencias antes mencionadas y, cabe decir, evidentes. En dos semanas tuve que armar otro proyecto. "El discurso de la violencia en el cine". Para el día de la presentación de proyectos yo no había ido a ninguna asesoría con esa mujer, se hizo merecedora de mi desconfianza al no saber informarme oportunamente sobre cuestiones tan importantes, por lo cual, ella misma confesó, ante el pleno del consejo, que no se hacía responsable de mi proyecto. Al final de esa sesión fue todo aún más bonito. La violencia en el cine fue la única propuesta que no tuvo fallos ni correcciones a realizar. Gracias otra vez. Los dos años siguientes fueron un verdadero tormento. Otros tres "asesores" de tesis, que no tenían buena idea de quién era Joseph Von Stroheim, ni Dreyer, o ni siquiera D.W.Griffith, o que incluso peor, pensaban que John Ford había sido un exitoso empresario automovilístico. En fin, ninguno me sabía decir nada fuera de los protocolos establecidos hace 20 años de cómo se debe hacer una tesis, aunque ésta no tenga sustancia o sentido alguno, incluso tenga una naturaleza totalmente ajena a lo académico. Ni de cine ni de violencia(con un poco de sociología me hubiera conformado en este aspecto). Después de vueltas y vueltas terminé la tesis, extrañamente la terminé antes de que oficialmente me graduara. Pregunté entonces: ¿Cuándo me puedo titular?. Cuando hayas entregado la tesis. Ya esta aquí, completita, revisada y autorizada. Tienes que terminar tu servicio social. Tengo tantas horas que puedo heredarle a mis nietos y aún así sobran. Pues entonces tienes que llenar un papelito, traer otro papelito que diga que no tienes adeudos y en un mes te puedes titular. Llené el papelito con letra de ligada, la que me enseñaban en primaria, esto por cuestiones emotivo – nostálgicas, podría ser el último papelito que llenara en mi vida académica – universitaria, así que me remití a las raíces. Stop. Rebobinemos la cinta un momento. Poco menos de un año antes de que mi examen recepcional se llevara a cabo, me informaron de la Ibero que se realizaría un "Diplomado en Multimedia". Sonaba bastante bien. Yo tenía ya algo de experiencia, dos años trabajando como desarrollador de proyectos multimedia y hasta clases estaba dando a los siempre inquietos adolescentes de ALBANTA. Dreamweaver 2, Flash 3, Premier 4, SoundForge. Esas eran algunas de las asignaturas que ofrecieron en ese primer intento de diplomado por el que pagué inscripción y alguna matrícula. Dos años antes yo ya estaba usando Dreamweaver 4, Flash 5, Premier 6 o incluso Avid y ProTools. El Diplomado daba mucho que desear por un lado y asco por el otro. Decidí entonces, a mitad del curso, dirigirme al entonces encargado de tal aberración académica para expresarle mi intención de darme de baja. "La semana que viene mejoraremos". El tercer viernes que escuché lo mismo iba yo con la total determinación de dejar el diplomado. No pude. No me pregunten porqué pero no pude. Lo intenté, hablé con mas de tres personas que entre sí se pasaban la bolita, insistí, me esforcé. Pérate, se va a poner bien, me decían cada viernes. Pero al final no pude. No me pregunten porqué. Algunos le dicen burocracia, ellos le llaman "asuntos académicos". Yo le llamo de muchas maneras y en diferentes idiomas, pero me quiero evitar la mención de tan rebuscados términos para que éste mensaje pueda llegar a cualquier rincón de la tierra sin ser censurado.

Una semana después de mi examen recepcional dejé todo, lo abandoné todo. Decidí emprender una nueva aventura y forjarme una nueva vida. Empezar de cero. Hace ya tres años y medio que vivo en Barcelona. Cuando apenas llevaba 9 meses aquí, recibí un e-mail de la oficina de asuntos académicos, o algo así, de la Ibero, diciéndome que ya tenían ahí mi título, que podía pasar a recogerlo cuando quisiera. Aproveché un viaje a México para visitar mi "alma mater" y recoger tan preciado documento, que me costó tanto trabajo conseguir y una inversión millonaria. Desde ese día hasta la hace una semana, mi Título de licenciatura estaba retenido. Tenía un adeudo con "extensión universitaria". En efecto. El Diplomado. Y en garantía de que iba yo a pagar el total del diplomado se aferraron a mi título como el dueño del balón en los recreos de la primaria. Y no me querían juntar, aún cuando en teoría, ellos garantizaban que el diplomado iba a estar bien, o peor aún, que semana a semana mejoraría. ¿Cuestión de garantías o de garantizar?

En 8 días tengo que presentar ante la Casa de América en Madrid, el Programa Ibermedia y la EGEDA; un proyecto que, en resumidas cuentas y si todo sale bien, se transformaría en mi primera película. Aparte del proyecto, que me ha costado dos años de trabajo, correcciones e inspiración sacada de no se donde y que me quedó bien bonito(mejor que la tesis imagínense), también tengo que entregar una copia homologada de mi título de licenciatura. Casi cuatro años de comprar la comida con la miserable propina que dan en este país, trabajando 9 horas diarias como negro en un bar de poca monta, durmiendo un promedio de 5 horas diarias, fumando tabaco de liar, desplazándome en bicicleta aún bajo un intenso frío para no gastar en metro, entregando todos los trabajos de la escuela de cine a tiempo(y, modestia aparte, bien hechos, bonitos de veras). ¿Y todo para qué?. Para que por culpa de un diplomado de 6 meses que no valía la pena venga a derribar todo lo que he construido. El dinero que debía no lo tengo. Estoy a punto de casarme para poder tener los papeles y poder trabajar "legalmente", me acaban de negar el permiso de trabajo como estudiante(al gobierno español no le importa que seas egresado de la ibero, ellos no quieren que trabajes en un bar, ni en ningún otro lado), y aparte ¿Pagar el diplomado?.

Al final todo se arregló gracias a que la familia de mi mamá hizo una cooperacha el día del cumpleaños de mi abuela. Fueron, pagaron y "liberaron" mi título de tan ridícula prisión. Hasta me hicieron comunicarles vía e-mail que mi mamá era mi mamá y que yo la autorizaba a recoger el título. No se si alcance a homologar el título, pero voy a intentar aplicar para la beca, que aunque es realmente difícil que me la den, por lo menos estaré satisfecho de haberlo intentado. Por cierto, del diploma del diplomado, o lo que sea que te den por hacer un diplomado, no se nada.

Escribo todo esto no con un tono de burla ni de sarcasmo, sino al contrario. Me invade en este momento un profundo sentimiento de tristeza, de frustración y de impotencia. Yo que quería algún día poder decir orgulloso "soy egresado de la ibero". Pues va a ser que no. Va a ser que tengo que seguir aquí luchando con más intensidad para que algún día, la ibero pueda decir orgullosa "Arturo Pons egresó de la ibero".

1 comentario:

Unknown dijo...

Uy Changuito, ese día será sino es que ya fue. Hasta en oro van a poner tu nombre y yo iré a la develación de la placa.